martes, 10 de mayo de 2016

Los hijos que no parí

Mi vientre siempre ha estado vacío pero mi corazón no.


Desde pequeña supe que no sería mamá, cada que veía a una mujer en esa larga y maravillosa espera, cuando las veía amamantar a ese ser pequeñito e indefenso y acunarlo en sus brazos tarareando esa canción de cuna hasta dormirlo, con esa mirada que encerraba todo el amor y la protección del mundo, había dentro de mí una vocecita que me decía que esa dicha no era para mí. 

Entonces me aferraba a la idea de que no era verdad, cuando fuese mayor yo también disfrutaría de sentir esos movimientos y pataditas que anunciaban la vida naciente, tocaba mi vientre e imaginaba como mes con mes iba creciendo, ¡cuántas veces viví esos nueve meses de espera!, los vivía con ellas, imaginaba que la embarazada era yo.


Con amor preparaba la ropa que usaría mi bebe, poco a poco me iba haciendo de cositas para él, un pedazo de tela cualquiera se convertía en la más abrigadora cobijita que pudiera existir, yo también sentía esos movimientos en mi vientre, las pataditas me emocionaban tanto, imaginaba cómo me costaría caminar con el paso del tiempo, hacía los ejercicios de respiración para la ayuda en el parto, al final mi mente de niña no alcanzaba a comprender que hubiera tanto dolor para traer al mundo a ese ser pequeñito, simplemente imaginaba que lo único que sentiría seria amor y ese inmenso amor haría que al fin mi bebé estuviera entre mis brazos.

Y así, después de esa larga espera llegaba el gran día y entonces, el milagro era tan grande que me olvidaba de mi bebé de plástico y todo el amor de esa pequeña mamá se desbordaba con el bebé de carne y hueso, quería tenerlo en brazos siempre, reflejarme en esos ojillos vivos que buscaban y trataban de reconocer todo, me gustaba tocar esa piel tan suave y sentir ese calorcito de vida, acunarlos, hasta verlos dormir; pero los mayores no entendían que en esa niña pequeña hubiera ya un instinto maternal y me alejaban diciendo que no molestara.


Era entonces cuando trataba de refugiarme en mi bebé de plástico, inmóvil, frío, sin vida. Y la vocecita se volvía a escuchar en mi cabeza diciendo “tú no serás mamá” y el corazón se encogía tanto que no sabía identificar ese dolor y entonces, esa pequeña mamá lloraba, lloraba por todos esos hijos que no podría tener, lloraba porque no sería mamá.

Ahora, muchos años después, sé que tenía razón, no seré mamá, pero en mi corazón han nacido muchos niños, para ser exactos, cinco. Y veo sus caritas, escucho sus risas, he secado sus lágrimas por alguna rodilla raspada, por algún regaño, he limpiado sus caritas y sus manos sucias después de alguna travesura, he pasado noches sin dormir, suplicando con plegarias para que regrese la salud cuando alguno de ellos ha estado enfermo, hemos reído hasta llorar de alegría, he sentido esos cuerpecitos cuando corren a abrazarme y entonces vuelve ese instinto maternal y quiero cambiar el mundo, protegerlos de cualquier mal, porque son mis niños y los quiero felices. 

Sí, no soy su mamá, pero “pocas cosas amo tanto como la fortuna de ser tía: los hijos que no parí pero cuyas risas me devuelven la vida.”


sábado, 2 de abril de 2016

"Él me hizo un cachito en su vida
y eso es lindo,
pero la vida te enseña a putazos
que duele mucho dejar que te quieran poquito."

Marly Corona

jueves, 7 de enero de 2016

QUIEREME MUCHO

Esta vez no, no quiero que me quieras aunque sea un poquito, no quiero que hables conmigo solo cuando tienes tiempo o que me quieras ver solo unos minutos. No quiero ser solo en tu tiempo libre, no quiero ser un fin de semana, no quiero sentirme ladrona de un par de horas en tus días o unas horas de tus noches.

Quiero que me quieras mucho, con el alma, con las entrañas, más allá del corazón, más allá de las mariposas en el estómago, más allá del pensamiento. Quiero que si no hablamos me extrañes, que mueras por verme y que no quieras que pase el tiempo cuando estamos juntos.

No quiero que me quieras un poquito, merezco que me quieras mucho, porque puedes estar seguro que yo no quiero de a poquitos, yo quiero mucho, sin tiempos, ni distancias, ni peros que valgan.

Para mí no hay días u horas especiales para verte, cualquier día a cualquier hora es el tiempo perfecto para estar contigo, para escucharte, para compartir. Conmigo no hay distancias, todas, si se quiere, pueden acortarse hasta desaparecer. 

Quiéreme así, como yo te quiero. Quiéreme mucho.

miércoles, 6 de enero de 2016

QUERIDOS REYES MAGOS

Fragmento de "Tejedora de Palabras" y es lo que este y todos los Días de Reyes, aún sin saberlo, siempre he pedido: 

"
Alguien que entienda de libros, que sepa que escribo como si la vida se hiciera al contarse e intuya que inevitablemente lo convertiré en personaje. Alguien que dibuje un corderito, que se siente a mirar 43 veces el atardecer a mi lado en pleno domingo. Que sin atarme, me domestique y cree lazos conmigo.
Alguien que escuche el ruido en pleno silencio, que me intuya sin suponer, que en los días malos me acaricie el cabello hasta quedarme dormida. Alguien que se enamore de mi intensidad y de mis pechos pequeños, del caos que traigo a mi paso y del inevitable desastre que al irme dejaré como rastro.
Alguien que entienda que soy mujer y no objeto, que me prefiera libre y no suya, que comprenda que mis despedidas no son más que un pretexto para los reencuentros. Alguien que me ame sin términos ni condiciones pero sabiendo que soy las letras pequeñas del contrato que jamás leyó.
Alguien que sepa que no pido más de lo que estoy dispuesta a dar. Que creo en el equilibrio, en la puntualidad de los encuentros que todavía no han ocurrido.
Alguien que sí, que conmigo, que se quede. Que me quiera incluso a pesar de mí.
Alguien que no sea “alguien”.
Alguien que seas tú.

Flor Zavala
"

Texto completo:

viernes, 28 de agosto de 2015

Y entonces pronuncio tu nombre, 
como si fuera uno de esos deseos 
que se dicen bajito 
con la esperanza de que se cumplan.


miércoles, 24 de junio de 2015

Solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

Sabía que invariablemente la pregunta iba a surgir: ¿Qué significa?

Ahora no sé qué contestar. Cómo les explico que en esas pequeñas líneas hay tanto de mí. Cómo les digo que lo que menos quiero es dar explicaciones. Odio dar explicaciones.

Pero esta vez sí, sí quiero decir, quiero que sepan que cada una de estas líneas soy yo.

Si se asomaran un poquito y me vieran con otros ojos, más allá, más al fondo, traspasando el cuerpo y sus imperfecciones, después del abismo, seguramente me encontrarían.

Soy yo. Si se asomaran un poco ahí me verían, tal vez durmiendo o leyendo un buen libro, escuchando un poco de música, viendo una puesta de sol o el correr de las nubes en el cielo.

Tal vez al asomarse creerán que ese abismo es oscuro, pero no es así, en mi planeta hay mucha luz, el aire se respira fresco, el sol no lastima los ojos, es tibio y te acaricia suavemente, hay días en los que la lluvia refresca todo este paisaje y entonces el aroma a tierra mojada hace que también se renueve el alma.

Ahí encontraras tantos buenos recuerdos, imágenes, olores, sabores que por más que pase el tiempo no se borran, no se olvidan; también podrás platicar con todas esas personas que han dejado su huella, que han pisado mi planeta y de alguna forma se han asomado a mí. Mis mascotas andan corriendo por ahí, jugando con esa niña de cabellos enredados por el viento y rodillas raspadas.

Es mi escondite. Es el lugar al que me voy cuando me juzgan por lo que hago o dejo de hacer. Ahora cada vez que me digan que soy esto o aquello, en lugar de llorar o enojarme porque no se toman el tiempo para conocerme, me voy a mi planeta y respiro profundamente diciéndome a mí misma que no importa cómo me vea la gente, que llegará el día en que alguien va a tomarse el tiempo de verme con el alma y entonces, sin necesidad de darle explicaciones, sabrá quién soy.


Saben, acá sonrío todo el tiempo. Soy feliz.


Hoy observo a mi Monstruo.

Ha estado quieto y en silencio un largo tiempo, como si estuviera cansado o enfermo; físicamente sé que está bien, pero algo en lo profundo de su ser no lo está.

Mi Monstruo es como un perrito, se encariña rápidamente con la gente, es amable, cariñoso, juguetón, y el saber que hace feliz a los demás con sus cabriolas lo hace feliz a él y entonces anda contento todo el día, es como un cascabel que nada lo para.

Pero no siempre la gente quiere su cariño, casi siempre solo lo tratan bien mientras es la novedad, después lo ven con caras de fastidio y veo como él se esfuerza en mostrarles que puede ser lo que ellos necesitan; pero sus esfuerzos son vanos, le dicen palabras hirientes y no dice nada, pero sus ojos se llenan de dolor.

Es cuando yo quisiera alejarlo y llevármelo lejos donde no puedan hacerle daño, porque esa historia ya sé cómo termina, pero el sigue confiando en la gente y no escucha razones.

Llega un momento en que como a los perritos los abandonan en la azotea, así a él lo relegan a un rincón y solo cuando lo necesitan lo buscan y el feliz los recibe, los llena de amor y cosas bonitas hasta que sus egos vuelven a inflarse y lo vuelven a abandonar.

En otras ocasiones, el abandono ha llegado más lejos, se lo llevan y lo pierden, lo dejan en lugares fríos, con tormentas y oscuridad, y el sufre al sentirse abandonado.

Cuando por fin lo encuentro, está encerrado en sí mismo, como un caracol y es hostil y peligroso, pero poco a poco lo regreso a casa, pero  me cuesta mucho que vuelva a ser el de antes, a confiar, a sonreír, está así en ese estado de letargo y ahora solo espero que en cualquier momento me haga la pregunta de siempre:


¿Por qué nunca soy suficiente?

FORMAS

Llevo días observando a mi Monstruo,
Es tan cambiante que si no lo conociera
Me resultaría imposible seguirle el paso.

Toma diferentes formas
Y ahora he aprendido a identificar unas cuantas:

A veces es una criatura terrorífica,
Que bien pudiera destruir todo a su paso.
Sus ojos son duros, cual dos piedras oscuras
En sus gestos no ves ni rastro de bondad.

Algunas veces es como observar el mar en calma
Sabes que si te adentras es peligroso,
Pero observándolo desde la orilla, te transmite paz.

Me gusta cuando parece un cachorrito
Todo en él es esa alegría juguetona
Que solo la inocencia te puede mostrar.
Su risa es como miles de cascabeles
Moviéndose al viento.

No importa que forma adopte  mi Monstruo

Él sabe que siempre podrá tomar mi mano.

miércoles, 3 de junio de 2015

Hora de la ceniza

Finaliza Septiembre. Es hora de decirte
Lo difícil que ha sido no morir.
Por ejemplo, esta tarde
Tengo en las manos grises
Libros hermosos que no entiendo,
No podría cantar aunque ha cesado ya la lluvia
Y me cae sin motivo el recuerdo
Del primer perro a quien amé cuando niño.
Desde ayer que te fuiste
Hay humedad y frío hasta en la música.
Cuando yo muera,
Sólo recordarán mi júbilo matutino y palpable,
Mi bandera sin derecho a cansarse,
La concreta verdad que repartí desde el fuego,
El puño que hice unánime
Con el clamor de piedra que eligió la esperanza.
Hace frío sin ti. Cuando yo muera,
Cuando yo muera
Dirán con buenas intenciones
Que no supe llorar.
Ahora llueve de nuevo.
Nunca ha sido tan tarde a las siete menos cuarto
Como hoy.
Siento unas ganas locas de reír o de matarme.

Roque Dalton - La ventana en el rostro.

viernes, 13 de febrero de 2015

150213

Hoy llueve desde dentro, desde donde ya no te tengo.

Sucedió como con los enfermos terminales que tienen una leve mejoría antes de morir. Así contigo, fuiste un leve resplandor de felicidad.

Quien mueve mi vida se dio el gusto de mostrarme que el amor si existe, que las mariposas en el estómago te llenan más que el mejor banquete, que los ojos pueden brillar sin necesidad de estar anegados en lagrimas, que el corazón duele también de felicidad.

Pero sólo fue eso, un resplandor, una tregua, ahora estoy nuevamente en la oscuridad, mis ojos aún no se acostumbran por lo que aún no logro ver la magnitud de los daños, aunque por el dolor que me atraviesa supongo que la destrucción es mayor.

Al final fui lo que tanto temía ocurriera otra vez, solo un dummy, alguien que llegó a su vida para sacarlo de la rutina en la cual vivía, levantar su ego, su autoestima. Deseo.

Me encontró en el fondo y con palabras dulces fue levantándome poco a poco, yo agradecía cada herida curada, cada palabra de aliento. Sostuvo mi vuelo con muestras de cariño y comprensión. No puedo asegurar que fueran mentira, en su favor podré decir que nunca prometió nada. La que soñó despierta fui yo. Al ver mis alas reconstruidas levanté el vuelo a su lado, a sabiendas que él ya volaba en otro cielo.

Aún así, con esa certeza clavada como daga, esa mañana volé con él, los fantasmas y los monstruos se quedaron en el suelo, mirándome, advirtiéndome de la inminente caída, pero yo ingenua, no los escuche.

Ha sido todo un proceso, he vivido todas las etapas de este duelo. He llorado infinidad de días y noches hasta quedar exhausta, hasta quedarme dormida; me he preguntado hasta el cansancio en qué fallé, qué hice o dije mal, sin encontrar respuesta.


Y es que tal vez el único error fue creer, sentir, soñar, vivir; y ahora nada puedo hacer, más que aún en medio de tanta desolación agradecerle el haberse cruzado en mi camino y recordarme que a pesar de que todo este en ruinas, a pesar del desastre, siempre va a haber alguien que te encuentre, siempre y cuando te dejes encontrar.

martes, 27 de enero de 2015

Soltar
Caer
Y con las plumas de mis alas
Haré una almohada
Para soñar otra vez

Descansar en paz.


martes, 2 de diciembre de 2014

Un día de Marzo

Quisiera escribir de cualquier cosa, por ejemplo, de las lluvias intensas de estos últimos días, de los cielos hermosamente encapotados, de las horas y horas tan estresantes en el trabajo, de cualquier cosa, menos de ti, pero mi pensamiento no deja de nombrarte y eso hace que las luces color naranja permanezcan encendidas, advirtiendo el riesgo inminente que el pensarte conlleva.

Nunca había sentido tanto en tan poco tiempo. He pasado por todos los estados de ánimo, desde la incertidumbre hasta la euforia.

Nunca aprendo la lección, tropiezo una y otra vez y aún así, a sabiendas de que al final terminaré llorando, ando toda ilusionada con tan solo saber de ti, el saber que en algún momento del día me recuerdas me hace andar entre nubes.

Es hermoso saber que existes, que sin aún saber la razón, nuestros caminos coincidieron y sólo por eso, estoy agradecida.


Si mañana voy a llorar, no lo sé, por el momento solo existe hoy y hoy soy feliz.


viernes, 28 de noviembre de 2014

Vendrá el Olvido

"Vendrá el olvido, tus horas se llenaran de amigos nuevos.
Despertarás envuelta en colores de otras mañanas.
Alguien dirá tu nombre diez, cien, mil veces.
Y será distinto y será determinante.
Las palabras que te dije las escucharas por fin completas.
Tu boca encontrará la forma de amoldarse y no extrañar.
Incluso vestirás lo que era para mi, para cualquiera.
Y si, vendrán días mejores, sanarás de prisa
y la felicidad te ha de alcanzar en cualquier sitio.
Pero días como los nuestros, ¿cuándo?"

Edel Juárez



sábado, 22 de noviembre de 2014

V.

Trato de acercarme poco a poco

No debí exponerlo así
Ahora lo veo hecho un ovillo en ese rincón del que no quiere salir
Me duelen sus heridas
Me siento tan culpable, yo lo anime a salir, a mostrarse
Se veía tan feliz, tan animado
Volvió a sonreír después de mucho tiempo
Me gustaba verlo sonreír con cada eco
No vi llegar el peligro
Yo también me perdí en esos pozos cafés.


viernes, 4 de julio de 2014

Te he buscado. La sensación de vacío indica que ha sido durante más de una vida, a veces, he creído encontrarte en otros ojos, en otros nombres. He procurado ser muy cuidadosa y aún así, he fallado.
Me entrego con la esperanza de que seas tú, he entregado mi cuerpo pero al tratar de buscar tu alma en esos ojos, en esos labios, en esa piel, me doy cuenta que no eres tú, que ellos no me ven como me verías tú,  sólo ven un cuerpo desnudo, un cuerpo que han manipulado, en el que han entrado y salido sin compasión, ha sido lo único que han logrado ver.
Y entonces me alejo, rota, vacía, cansada, juntando cada uno de mis pedazos para volverlos a armar y entonces volver a comenzar, volver con esta búsqueda inacabable.

Y estoy cansada, en ocasiones desespero. No recuerdo dónde te perdí, dónde nos separamos y si es que acaso nos juramos encontrarnos, no recuerdo si acordamos el lugar. Hay días en los que ni tu mirada recuerdo.

jueves, 19 de junio de 2014



No insistas.
El tiempo ha pasado y es verdad, ha curado las heridas, los huesos rotos, las lágrimas se han secado y los ojos ya no están hinchados de tanto llorar.
Tu voz ya es cualquier voz. Ya no se clava en el alma como si fueran miles de astillas de vidrios rotos. Tus ojos me observan, pero ya sin esa mirada abrazadora que prendía fuego en mis entrañas. Me abrazas y ya no existe ningún tipo de descarga eléctrica que me recorra, al contrario, tu olor ya no me embriaga, es molesto.
Ya no hay amor, ese lo aniquilaste en un par de horas y lo sustituyó un miedo que me hacía temblar de pies a cabeza. Ese miedo, también se ha ido.
Hoy vivo en paz, no guardo para ti ningún rencor, te he perdonado, y lo más importante, me he perdonado a mí misma.




viernes, 16 de mayo de 2014

Vuelve.

Y la sorpresa se ve reflejada en sus ojos.


Recorre con la mirada cada espacio, cada rincón, en busca de algún rastro de toda la destrucción que sus ojos vieron por última vez, ya no está el derrumbe, la zozobra, los cielos borrascosos, las tormentas que al irse dejó.

Conforme avanza, puede observar que la luz nuevamente entra a raudales, así como el día que la conoció, todo se ve limpio, ordenado, con ese olor característico a hierba fresca, a aire limpio, a nubes blancas, a pan recién horneado, a café recién hecho, a hogar.

Todo fue reconstruido, aún se observan las cicatrices, pero es como si todo hubiera sido remendado con hilos de plata tan finos que pareciera un vitral por donde los rayos del sol entran y se convierten en inmensos e innumerables arcoíris.

Ahora puede respirar, ya no se siente el aire contaminado de tristeza y desesperación, ahora se respira calma y tranquilidad y no puede evitar sentirse nuevamente atraído, quiere quedarse, quiere volver a sentirse dueño, en casa, en su hogar.


El sonido de unas campanillas movidas por el viento lo saca de sus pensamientos y es entonces cuando la ve, ahí está, como siempre, pero diferente, como un ladrón se esconde y a hurtadillas la observa: a primera vista se ve frágil, efímera, pequeña, es increíble que alguien como ella haya soportado tan terrible tormenta. Extiende sus alas y al igual que todo a su alrededor están remendadas con esos hilos color plata. Siente una tristeza al recordar que fue él quien maceró esas hermosas alas que ya no podrán volar más.

Mientras más la observa, más diferencias encuentra, si es ella, pero no es la misma, las cicatrices la hacen ver mayor, su rostro, aunque hermoso, ya no es el de aquella niña de la que él se enamoró; la observa reír, hablar, feliz. Ahora sabe que esas campanillas que tintinean, es su risa, hasta eso cambió.

Quiere acercarse, hablarle, decirle que ha vuelto, que no volverá a irse, que todo fue un error, un mal sueño, una pesadilla de la que por fin despertó y ahora la va a proteger, volverá a ser su niña, como antes, como siempre, como ayer.

Sus pensamientos y su corazón quieren correr e ir a su encuentro, pero algo lo detiene, algo lo hace estar alerta y no salir de su improvisado escondite. Hay algo en esa criatura que lo detiene; aún recuerda como ella misma se rodeaba con sus brazos, para que los temblores provocados por el llanto, no terminarán de convertirla en polvo, recuerda sus ojos aterrados mientras los demonios que él mismo desató la rodeaban, los mismos demonios con los que ahora ríe, es aterrador.

Se ha quedado ensimismado observando a esos monstruos domesticados que no se dio cuenta del momento en el que ella lo descubrió, ahora sus ojos se encuentran y no puede soltarse de esa mirada, no logra definir el sentimiento que lo embarga, solo una infinita tristeza se ha metido a su alma y la está estrujando tan fuerte que es imposible retener por más tiempo las lágrimas que ahora ruedan por sus mejillas.

Ella sonríe pero la sonrisa no llega hasta los ojos que lo miran con profunda indiferencia. Y ahora lo sabe, se aleja como llegó, triste, pero satisfecho, porque hoy la ha visto sonreír.

martes, 8 de abril de 2014

lunes, 3 de marzo de 2014

Después de siglos de que los hombres me miren las tetas en vez de a los ojos
Y me pellizquen el trasero en lugar de darme la mano
Yo ahora tengo el divino derecho de mirar el trasero de un hombre
Con apreciación vulgar y barata si así lo quiero.

P.S. I love you

martes, 18 de febrero de 2014

Espero la llegada de la noche, con ella viene también la esperanza y por unas horas camina a mi lado.
Nos preparamos frente al espejo, para que no nos encuentres desaliñadas, después poco a poco vamos recorriendo la distancia que me separa de ti.
El camino es largo, irregular, cambiante, en ocasiones sinuoso, en otras recto pero lleno de obstáculos, no podría describirlo a pesar de haberlo recorrido tantas noches, durante tanto tiempo, cada noche es diferente, por eso tengo que ir despacio para no tropezar cuando lo que quiero es correr, porque sé que cada segundo es valioso, pero la neblina espesa lo hace más difícil; tengo que ir paso a paso y eso aumenta la ansiedad en mi pecho y el hueco en el estómago.

Conforme más camino, mis fuerzas disminuyen, los pies me pesan, es como si me amarrasen piedras que impiden dar el siguiente paso y cuando lo doy, es como si me dejaran sin huesos y mis piernas se convierten en piernas de atole, y ahí voy tratando de avanzar con mis piernas y pies de atole que no ayudan en nada.
Esta noche la oscuridad es mucho más intensa, la neblina no ayuda, se escuchan ruidos y el cielo está completamente vacío; oscuridad arriba y abajo, solo la esperanza ilumina tenuemente en mi pecho y es la que me impulsa a seguir avanzando.
Aún recuerdo la primera noche que te vi, no sé como llegué al claro, cuando me di cuenta ya estaba parada en el umbral, la luz tan intensa por un momento me cegó, quise reconocer, orientarme de alguna forma, pero todo era nuevo, la luna llena iluminaba perfectamente y el cielo vestía su mejor traje de estrellas, algo no estaba bien, al volver la vista hacia atrás la oscuridad era penetrante, cual boca de lobo, en cambio en frente, la noche resplandecía; y te vi, a mitad del claro observándome fijamente.
Tu cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha, tus ojos y tu boca sonriéndome intensamente. En seguida supe que eras tú, a quien tanto he esperado, con quien tantas noches había soñado, esa noche me daba cuenta que había valido la pena tanta espera, tanta angustia, el verme reflejada en tus ojos compensaba tantas lágrimas derramadas en la almohada.
Te sonreí también y supe que ya me esperabas, que también para ti, la espera había sido larga, camine despacio, para no alterar tanta tranquilidad, nuestras miradas continuaban enlazadas, dándole paso a nuestras almas para abrazarse como antes, como siempre, como almas viejas que somos.
Escuché tu voz en mi mente, me decías “despacio, ya estamos aquí”, pero yo quería correr, abrazarte, besarte, no sabía si llorar o reír, tenía tanto miedo de que la dicha se fuera. Y se fue.
No pude tocarte, abrazarte, una barrera invisible lo impedía, era como si cada uno estuviera detrás de un espejo quise romperlo, pero mis brazos perdieron fuerza, sólo tu voz logró tranquilizarme. Lo importante ya había ocurrido, nos habíamos vuelto a encontrar. Dejamos de andar errantes por otras estrellas, estábamos listos para volver a intentarlo. Acordamos encontrarnos cada noche, mientras buscamos la forma de coincidir buscando el sol a cada paso.

Y aquí voy, con mis piernas y pies de atole a tu encuentro, tratando de acortar la distancia que en los sueños se acorta y que por estar contigo no quiero despertar.

 

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