martes, 18 de febrero de 2014

Espero la llegada de la noche, con ella viene también la esperanza y por unas horas camina a mi lado.
Nos preparamos frente al espejo, para que no nos encuentres desaliñadas, después poco a poco vamos recorriendo la distancia que me separa de ti.
El camino es largo, irregular, cambiante, en ocasiones sinuoso, en otras recto pero lleno de obstáculos, no podría describirlo a pesar de haberlo recorrido tantas noches, durante tanto tiempo, cada noche es diferente, por eso tengo que ir despacio para no tropezar cuando lo que quiero es correr, porque sé que cada segundo es valioso, pero la neblina espesa lo hace más difícil; tengo que ir paso a paso y eso aumenta la ansiedad en mi pecho y el hueco en el estómago.

Conforme más camino, mis fuerzas disminuyen, los pies me pesan, es como si me amarrasen piedras que impiden dar el siguiente paso y cuando lo doy, es como si me dejaran sin huesos y mis piernas se convierten en piernas de atole, y ahí voy tratando de avanzar con mis piernas y pies de atole que no ayudan en nada.
Esta noche la oscuridad es mucho más intensa, la neblina no ayuda, se escuchan ruidos y el cielo está completamente vacío; oscuridad arriba y abajo, solo la esperanza ilumina tenuemente en mi pecho y es la que me impulsa a seguir avanzando.
Aún recuerdo la primera noche que te vi, no sé como llegué al claro, cuando me di cuenta ya estaba parada en el umbral, la luz tan intensa por un momento me cegó, quise reconocer, orientarme de alguna forma, pero todo era nuevo, la luna llena iluminaba perfectamente y el cielo vestía su mejor traje de estrellas, algo no estaba bien, al volver la vista hacia atrás la oscuridad era penetrante, cual boca de lobo, en cambio en frente, la noche resplandecía; y te vi, a mitad del claro observándome fijamente.
Tu cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha, tus ojos y tu boca sonriéndome intensamente. En seguida supe que eras tú, a quien tanto he esperado, con quien tantas noches había soñado, esa noche me daba cuenta que había valido la pena tanta espera, tanta angustia, el verme reflejada en tus ojos compensaba tantas lágrimas derramadas en la almohada.
Te sonreí también y supe que ya me esperabas, que también para ti, la espera había sido larga, camine despacio, para no alterar tanta tranquilidad, nuestras miradas continuaban enlazadas, dándole paso a nuestras almas para abrazarse como antes, como siempre, como almas viejas que somos.
Escuché tu voz en mi mente, me decías “despacio, ya estamos aquí”, pero yo quería correr, abrazarte, besarte, no sabía si llorar o reír, tenía tanto miedo de que la dicha se fuera. Y se fue.
No pude tocarte, abrazarte, una barrera invisible lo impedía, era como si cada uno estuviera detrás de un espejo quise romperlo, pero mis brazos perdieron fuerza, sólo tu voz logró tranquilizarme. Lo importante ya había ocurrido, nos habíamos vuelto a encontrar. Dejamos de andar errantes por otras estrellas, estábamos listos para volver a intentarlo. Acordamos encontrarnos cada noche, mientras buscamos la forma de coincidir buscando el sol a cada paso.

Y aquí voy, con mis piernas y pies de atole a tu encuentro, tratando de acortar la distancia que en los sueños se acorta y que por estar contigo no quiero despertar.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Es algo extraordinario conocer a alguien a quien abrir tu corazón
y que te acepta como eres,
he esperado lo que parece ser un tiempo muy largo
para asumir lo que soy
y contigo siento que por fin puedo empezar,
el tiempo que quiero pasar junto a ti no se puede medir,
empecemos por un para siempre.

 

Missing You Blogger Template