Conocerte, mirarte a la cara, conocer tu risa, tu llanto, tus prisas y aquellos momentos que no quisieras dejar para mañana, saber cuáles son tus glorias, tus dichas pasadas y aquellas tristezas que escondidas guardas.
Saber quien eres y como te llamas, necesitar tu risa, tus ojos, tu cara, necesitarte solo porque me haces falta, ser parte de ti, de todas tus ansias, estar en tus sueños, en tus despertares, ser parte de ti de tus realidades, buscarte, conocerte, saber, desear que yo también te haga falta…

Las nubes aun cubren el sol de agosto, no ha dejado de llover, las tardes se vuelven de un color azul plomizo, esta a punto de terminar el verano y cada día se vuelve más frío.
Este es un mes de reflexiones, de recuentos, de aceptar que el tiempo está pasando, aceptar que aunque cumplas más años sigues teniendo miedos, de mirarse al espejo y reconciliarse con la mujer del reflejo, sin reproches ni compasiones haciendo del tiempo un aliado sigiloso.
Es tiempo de guardar en la caja de los recuerdos a los amores perdidos, a aquellos que en los buenos tiempos prometieron estar siempre a tu lado, pero que ahora cuando estas en medio del huracán, te sueltan de su mano y te dejan a la deriva.
Es un buen tiempo para olvidar, para perdonar, para curar esas heridas y dejarlas cicatrizar, para empezar de nuevo, no importa que sea desde cero, lo importante es perdonarte a ti misma y volver a comenzar para ver el amanecer desde un nuevo horizonte.
Es tiempo de despertar, de olvidar las pesadillas de la noche previa y a pesar de las inseguridades, levantarse, hacer la cama y sonreír como siempre, como antes, sin darse cuenta…