Entonces
ya no quería dormir más bajo la cama.
Porque
tenía miedo de que la voz de un niño lo asustara.
O un
humano adulto le jalara los pies mientras duerme.
También
deseaba que no apagaran la luz.
Y que le
contaran un cuento de terror para dormir.
Le daba
más miedo que lo mandaran a la cama sin soñar.
O sin
cenar, por no haber asustado lo suficiente.
Yo también
quiero ser la mejor amiga de mi monstruo.
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