martes, 13 de noviembre de 2012

“Ella”, así la nombró, y no lo esperaba, había soñado tanto despierta, que nunca imaginó que “Ella” fuera verdad, que existiera. 

El nudo se hizo en la garganta, su rostro, unos instantes antes sonriente, ahora lo ha cruzado un velo de tristeza, si parpadea, las lágrimas comenzaran a correr incesantemente. El peso en el alma es tanto que su cuerpo de por sí pequeño se ha encogido un poco más. Siente frío, trata de protegerse con sus brazos, se abraza fuertemente, pero el frío no cesa. 

Quisiera alejarse corriendo de ahí, pero sigue clavada en ese asiento, esperando, ocultándose de “Ella”, mientras él habla sin parar, sin darse cuenta del dolor que está provocando a ese corazón, es increíble que no se de cuenta que sus palabras la están matando. 

Ya no lo escucha hablar, se ha alejado lo más posible, para que sus palabras no terminen de matarla, lo observa desde lejos, los observa a los dos, él habla y habla, sus labios no dejan de moverse, de sonreír, en cambio ella, esta inmóvil, se ha convertido en piedra, su rostro no refleja emoción alguna, solo lo observa, sus ojos han perdido ese brillo tan peculiar, ahora se ven vacíos, y esa profundidad, ese abismo que refleja su mirada, le provoca miedo. Está muerta. He muerto.


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