viernes, 5 de noviembre de 2010

01 de Noviembre de 2010

Desde el domingo empecé con los preparativos, limpiar la casa, recordar sus cosas favoritas para no olvidar nada y me doy cuenta de que a pesar del tiempo que ha pasado aun los recuerdo nítidamente.

El lunes llegó y desde temprano me fui al mercado a comprar flores, unas veladoras y fruta para esperarlos, les compré camote, mantecadas, dos coca-colas, cereal y por supuesto que los cigarros no podían faltar. Al llegar a casa me apresuré a tener todo listo, saqué el mantel de mi mamá y lo puse sobre la mesita al lado de la ventana.

Mientras colocaba una foto a cada lado del crucifijo los recuerdos fueron saltando uno a uno, a ti Abuelita te recuerdo alta y fuerte, contándonos cuentos, historias, rezando tu rosario, recuerdo el vestido azul con blanco que me regalaste y después de muchos años, volví a estar en la iglesia donde dejaste mis “ojitos” y fue como si regresara el tiempo y entrara nuevamente de tu mano; Abuelito de ti no puedo olvidar tu mirada, esos ojos claros que me veían con tanto amor, con tanta ternura, siempre al pendiente de nosotros, de tu Toña, cuanto la querías!!!!, sabes, aún tengo el oso de peluche, ese al que querías cortarle una patita con tu navaja para saber que tenía dentro y que yo defendía tanto; acomodé las flores en dos floreros de cristal, prendí las velas para que su luz los fuera guiando desde temprano, ya que dicen que al medio día es cuando comienzan a llegar, así que también les preparé dos vasos de agua, por si llegaban cansados y me senté a esperarlos con la nostalgia dando un vuelco en mis entrañas…

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