Mira la
luna. La luna es tuya, nadie te la puede quitar. La has atado con los besos de
tu mano y con la alegre mirada de tu corazón. Sólo es una gota de luz, una
palabra hermosa. Luna es la distante, la soñada, tan irreal como el cielo y
como los puntos de las estrellas. La tienes en las manos, hijo, y en tu sonrisa
se extiende su luz como una mancha de oro, como un beso derramado, Aceite de
los ojos, su claridad se posa como un ave. Descansa en las hojas, en el suelo,
en tu mejilla, en las paredes blancas, y se acurruca al pie de los árboles como
un fantasma fatigado. Leche de luna, ungüento de luna tienen las cosas, y su
rostro velado sonríe.
Te la
regalo, como te regalo mi corazón y mis días. Te la regalo para que la tires.
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