Escrito
por Frinee Acosta
Twitter:
@kchorraimperial
¿Existe
algo más molesto que volver al dating después de una ruptura? ¿Reiniciar la
cacería amorosa en la jungla social? ¿Esperar las llamadas, invitaciones y
nuevas relaciones? Es un pinche enfado.
La vida de
soltera te permite un mismo ciclo de andar siempre guapa y lista para lo que
pueda pasar. La soltería es un mundo de posibilidades que esperan ser tomadas.
En cambio, después de una relación ya tienes un estilo de vida que era en
conjunto: fiestas, comidas, cine, teatro y demás situaciones que ya tenían un
ritmo establecido con la pareja en curso. Y de pronto todo se termina, ¡Puf, a
la chingada! Entonces es necesario reorganizar aquella vida compartida a una
vida en solitario, de nuevo.
Después
del luto que se le hace a la ex pareja, después de los días uniformada de la
piyama de “Hello Kitty” tragando litros de helado, después de las pedas
monumentales cantando canciones de José Alfredo, después de los múltiples por
qués, después de las llamadas ahogadas en whisky, después de borrarlo/a y
bloquearlo/a de las redes sociales, después de darle explicaciones hasta a
Sergio (el vigilante de la cuadra) de que el carro del difunto o difunta no
volverá a entrar a tu casa y que si lo ve rondando mande llamar a un comando
armado para que se lo lleven, es necesario volver a empezar.
Hay que
desempolvar los trucos de seducción, sacar del baúl las tácticas de coqueteo,
entablar de nuevo las mismas pláticas para conocerse y sobre todo, darte la
oportunidad de volver a intentarlo. Creo, lo más importante, es sanar el
corazón y darle la oportunidad de morir de nuevo en el intento, de eso se
trata, pero qué pinche molesto hacerlo.
Es por eso
que odio cuando las relaciones de pareja se mimetizan a tal grado que la gente
no puede tomar decisiones unilaterales y es necesario depender de lo que hará
el otro. Valen madre. Una pareja está formada por dos individuos que deciden
estar juntos y compartir cosas (tiempo, espacio, logros, fracasos, amigos,
experiencias, etc.), nada tiene que ver con un individuo en dos personas. Carajo
con ustedes.
Armarse de
valor hasta los dientes y volver al ruedo amoroso es un acto de fe, es cerrar
un ciclo y empezar de cero. Volver a dar la oportunidad de conocer y ser
conocido es devolverle al cuerpo la esperanza y las ganas de querer.
Es definitivamente
un trámite engorroso el volver a salir a la vida social, nadie dijo que fuera
fácil, pero bien vale la pena avanzar y en una de esas salidas, con un poco de
suerte, encontramos un inédito ejemplar que nos haga querer enamorarnos otra
vez, pero si nos quedamos quietos nunca podremos ver esa posibilidad. Así que
saquen los tacones, planchen las camisas y regresen a la vida galante, que
siempre habrá otra loca persona que quiera nuestra locura.
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